- Lo siento - empezó a decirle -, siento haberte...
- Calla – lo interrumpió ella -. No existe el pasado. No hay nada que perdonar. Empecemos a vivir desde hoy. Mira – le dijo separándose y cogiéndole de una mano -, el mar. El mar no sabe nada del pasado. Ahí está. Nunca nos pedirá explicaciones. Las estrellas, la luna, ahí están, y siguen iluminándonos, brillan para nosotros. ¿Qué les importa a ellas lo que haya podido suceder? Nos acompañan y son felices por ello, ¿las ves brillar? Titilan en el cielo; ¿lo harían si les importara? Estamos solos tú y yo, sin pasado, sin recuerdos, sin culpas, sin nada que pueda interponerse entre nosotros.
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